La palabra “aborto” tiene una connotación fuerte y emotiva. En su raíz latina, abortus significa “la terminación de un origen”. Tradicionalmente, se ha usado para describir la interrupción de algo que estaba destinado a ser o a nacer. Sin embargo, en el ámbito espiritual y de la conciencia, este término puede tener un significado más profundo: ¿qué sucede cuando abortamos nuestros propios aprendizajes y experiencias de vida?

Imagina tu vida como un gran rompecabezas. Cada pieza de este rompecabezas representa una parte de tu vida, tanto las buenas como las malas, las fáciles y las desafiantes. Algunas piezas forman imágenes hermosas que te llenan de orgullo y satisfacción, mientras que otras pueden estar arrugadas, descoloridas o incluso rotas. Naturalmente, queremos aferrarnos a las piezas que nos gustan, las que nos hacen sentir bien. Pero, ¿qué pasa con esas otras piezas que nos incomodan, las que nos gustaría arrancar y desechar?

A menudo, en lugar de enfrentar esas piezas incómodas, tratamos de comenzar de nuevo, de construir un nuevo rompecabezas que solo incluya las partes que nos gustan. Pero aquí está el problema: las piezas que no nos gustan no desaparecen. Siguen ahí, en nuestra alma, esperando ser resueltas. No importa cuánto tratemos de evitarlas, esas partes de nuestra vida seguirán apareciendo de una forma u otra hasta que decidamos enfrentarlas y sanarlas.

Cada uno de nosotros viene a este mundo con un “rompecabezas divino” que es único y personal. Las piezas desafiantes, las que no nos gustan, son las misiones y aprendizajes que vinimos a cumplir. Esas piezas no están ahí por casualidad; tienen un propósito específico en nuestra evolución. Si constantemente tratamos de evitar o “abortar” estas experiencias difíciles, lo único que logramos es prolongar el proceso de sanación y aprendizaje.

En la vida, puede ser tentador huir de los aspectos dolorosos o incómodos de nuestra existencia. Tal vez creciste con un padre abusivo o una madre controladora, y tu reacción instintiva es alejarte de ellos y tratar de encontrar relaciones o situaciones más placenteras. Sin embargo, si no sanas esa herida original, seguirás repitiendo los mismos patrones en tus relaciones futuras. Quizás te encuentres atrayendo parejas que, de manera sutil o no tan sutil, replican los mismos abusos o control que experimentaste en tu infancia.

El patrón se repite una y otra vez hasta que finalmente decidimos enfrentar nuestras sombras. Es como una canción que suena en modo repetición; sigue tocándose una y otra vez hasta que decidimos hacer algo al respecto. No podemos simplemente arrancar las piezas incómodas de nuestro rompecabezas y esperar que todo mejore. Tenemos que ir a la raíz del problema, sanarlo desde su origen, y solo entonces podremos experimentar un cambio real en nuestras vidas.

Entonces, ¿cómo podemos comenzar este proceso de sanación? La respuesta es simple, aunque no siempre fácil: necesitamos hacer el trabajo interno. Este trabajo puede tomar muchas formas: terapia, meditación, escritura, trabajo energético, o cualquier otra práctica que te permita conectarte contigo mismo y explorar tus heridas más profundas. Lo importante es que te comprometas a hacer este trabajo, a ir a esas raíces podridas que te han estado frenando, y a sanarlas desde adentro.

Al enfrentar y sanar nuestras sombras, comenzamos a desbloquear las obstrucciones en nuestra vida. Es como desatascar una tubería que ha estado llena de basura; una vez que la obstrucción se libera, el agua comienza a fluir con facilidad y ligereza. De la misma manera, cuando liberamos nuestras heridas emocionales, comenzamos a experimentar una mayor fluidez y armonía en nuestra vida.

Recuerda que no puedes podar las ramas de un árbol podrido y esperar que todo mejore. Tienes que arrancar el árbol de raíz, ir al origen del problema y sanarlo desde ahí. Solo entonces podrás plantar nuevas semillas que crezcan fuertes y saludables.

Así que te invito a mirar dentro de ti mismo, a identificar esas piezas descoloridas de tu rompecabezas que has estado tratando de evitar. En lugar de seguir abortando tus aprendizajes, enfréntalos con valentía y compromiso. Y si necesitas ayuda en este proceso, no dudes en buscar apoyo. Vivimos en una época en la que la terapia y el trabajo interno ya no son tabú; son herramientas esenciales para nuestra evolución personal y espiritual.

Haz el trabajo, arranca esas raíces podridas, y permite que tu vida florezca de una manera que nunca habías imaginado.

Muchas gracias por leerme! ❤ 

Maria Andreina x

Publicaciones Similares